A continuación encontrarán un reportaje a Monseñor Angelelli en el año 1971. A través de él no sólo se muestra a La Rioja 50 años atrás sino la visión y la misión del Pastor
Reportaje a Mons. Angelelli (Vicente O. Vetrano)- Revista Actualidad Pastoral, Año IV, N° 45, núm. extraordinario, octubre 1971, pp. 223-225.
-Monseñor: ¿cuál es el estado de su diócesis, geográfica y humanamente?
Mi diócesis abarca toda la provincia de La Rioja, tiene 93.000 km² y está configurada geográficamente de la siguiente manera: una parte, muy extensa, llamada “Los Llanos”, al sur: la tierra del Chacho y de Facundo. La parte del oeste, montañosa, tomada por el cordón de Velazco, el gran Famatina y ya la precordillera. Los principales centros serían: Chilecito, Famatina y Villa Unión. Y la zona del norte, tomando parte de Velazco, zona también montañosa y de valles. Las características es la producción del olivo en Aimogasta. La del oeste es la región de la uva, y la del sur, la de Los Llanos, es más bien ganadera. Se caracteriza también La Rioja por sus minas, que no se les peude explotar por la llamada “ley de reserva”. La ciudad de La Rioja tiene unos 30.000 habitantes, acostada, sobre Velazco, camino a Catamarca y mirando también hacia Los Llanos.
-Cuál es la idiosincrasia del hombre riojano
El hombre riojano existe distinto a los demás, es un hombre predispuesto, o con aptitudes interiores, a ser un hombre contemplativo. Por eso abunda el poeta, el artista, el hombre de interioridad, el hombre al que no le cuesta meditar. Y le voy a contar un cuento: visitaba una vez a un viejo amigo mío, que es artesano -trabaja con madera-, y le pregunté qué hacía. Me dijo: “estoy pelando la leña del palo para descubrirle el alma. Porque voy a tallar mi rostro y me he venido al cerro, pues en la ciudad hay mucho ruido”. Creo que esto le describe un poco lo que es el hombre riojano. El hombre riojano tiene una marcada religiosidad, que tiene sus características propias, que deben ser respetadas y que con un análisis superficial nos podemos equivocar. Digo esto porque las huellas dejadas por la colonia y por tantos sacerdotes y misioneros han calado muy hondo. Es cierto que todavía hay lugares donde michos de los elementos que caracterizan a las zonas urbanas no han llegado, pero el hombre riojano no es un hombre atrasado, es un hombre inteligente y culto.
-Monseñor, ¿hay éxodo de riojanos?
Sí, mucho. La población es de 30.000 habitantes, pero es mayor la población que tenemos afuera, especialmente en Buenos Aires. También en el sur: Comodoro Rivadavia, Río Negro, El Chocón, y es por la falta de trabajo. Esto es doloroso para todo riojano, para la Iglesia, para mí personalmente. El problema es muy complejo.
-¿Cuáles son las causas de esa pauperización y qué habría que hacer pastoralmente para los riojanos que están afuera?
El problema del éxodo está basado fundamentalmente en la falta de fuentes de trabajo. No encontrando en la propia tierra las fuentes que le dan el pan suficiente para mantener su familia, los que emigran (fundamentalmente son los jóvenes), se van, pero no pierden la nostalgia de su tierra; en las fiesta patronales se hacen hasta 5.000 kms para estar una semana con los suyos. Me decía (le cuento otra anécdota) un riojano de un pueblo llamado San Blas de los Sauces, que está en Buenos Aires hace 8 años: “en Buenos Aires vivo bien, tengo todo lo que necesito, pero allá soy nadie, aquí estoy viendo los cerros, estoy con los míos, estoy con San Blas y me siento persona, siento de nuevo todo el sufrimiento del arrancón de un día, cuando me fui por primera vez a Buenos Aires”.
-¿Hay posibilidades para desarrollar económicamente la provincia?
La Rioja tiene posibilidades para brindarle el pan a sus hijos, es decir, hay posibilidades concretas y riquezas naturales. Fundamentalmente, el problema de la Rioja es un problema de falta de agua. No tenemos ríos ni arroyos. Para sacar agua hay que perforar hondo. Y la poco agua que tenemos en algunos pequeños ríos, hay que juntarla con mucho esfuerzo en represas. Para ser justo, hay que aclarar que se realizan ahora muchos esfuerzos, en el orden oficial y a nivel particular, para poder detener el éxodo de nuestro pueblo, creándole las fuentes de trabajo necesarias para que no se vaya. Hay que radicar pequeñas industrias y tecnificar más sus fuentes de riqueza, como el olivo y la uva. Hay colonias, en Chilecito, donde se está cambiando el desierto en huertas y fincas. El enfoque no lo participo, pues tendríamos que hablar de un desarrollo integral del hombre y no simplemente del aspecto económico.
-¿Cómo es la relación del obispo con su clero?
En este momento tengo casi 3 años de permanencia en la diócesis. He tratado de andarla toda, aunque es muy extensa. La parroquia más cercana está a 100 km, llamada La Costa. Hay dos parroquias a 310 km de distancia. Tengo que pasar, para visitarlas, la Cuesta de Miranda, o tengo que ir a Los Llanos, al sur, donde están trabajando hermanos sacerdotes con un heroísmo, celo, entrega y silencio realmente dignos de admiración y de agradecimiento. Yo me siento feliz y espiritualmente tratando de estar al lado de ellos.
-¿Tienen reuniones el obispo y su clero?
La diócesis está dividida en cuatro decanatos: el de Los Llanos, del oeste, del norte y de la ciudad. Con los decanatos se pretende ir dando los pasos necesarios para elaborar una pastoral de conjunto, para que se viva una comunión del pueblo de Dios y al mismo tiempo se vaya detectando y analizando con mayor profundidad todo aquello que caracteriza al hombre concreto de ese lugar. Ese análisis de la situación sociocultural del hombre de esos lugares es el análisis del tipo de pastoral que vamos llevando y de las pistas y cosas nuevas que tenemos que ir concretando.
-¿Participan también las religiosas y laicos en esas reuniones del obispo con su clero?
Sí. Comenzamos en los decanatos, donde hay religiosas y laicos, a hacer reuniones con ellos.
¿Con qué frecuencia se realizan esas reuniones?
Depende de los decanatos. El del norte hace reunión cada 15 días; el de Los Llanos, cada mes, y hay sacerdotes que hacen más de 200 km para participar.
-¿Qué temas se tratan en esas reuniones?
Cada decanato confecciona su tema propio o temas que conciernen a la diócesis y han sido elaborados por el Consejo Presbiterial. Se ha hecho una semana de pastoral a nivel de toda la diócesis; luego se han ido realizando semanas de pastoral decanales.
-¿De cuántos días?
Tres días
-Qué participación hubo en la semana diocesana y en los decanatos?
En la diocesana hubo más de 300 personas y tuvo una duración de 5 días. En el decanato del oeste han participado 220 personas, y en Los Llanos, 250. Con esto quiero destacar cómo personas de pueblos pequeños han ido tomando conciencia de que era necesario encontrarnos para pensar juntos, y que juntos construimos la Iglesia que tenemos que construir La Rioja. Los temas fundamentales son: plantear que vivimos en un mundo en cambio y, sobre todo, un análisis de la realidad concreta de cada lugar. Nos hacemos siempre estas dos preguntas: ¿Iglesia riojana, qué dices de ti misma? ¿Iglesia riojana, cuál es tu misión concreta en esta Rioja de hoy?
-¿Se podría decir que hay algunas líneas pastorales que son seguidas uniformemente?
Sí, y esto ha creado algunos problemas que son muy explicables, por otro lado. El día que tomé posesión de la diócesis, en el mensaje dije lo siguiente: trataremos todos, como pueblo de Dios, de ir concretando, en el espíritu del Concilio, aquello que tiene que ser una diócesis. Por lo tanto, un gran objetivo es una Iglesia que debe comprometerse cada vez más con el hombre riojano, sin caer en un puro sociologismo ni en un puro naturalismo. Queremos partir de ese hombre concreto, sobre todo del más necesitado (marginado económica, cultural y espiritualmente), para que se plenifique en Cristo.
-¿Cuántas son las religiosas y qué actividades desarrollan?
Tengo muchas palabras de gratitud hacia las religiosas, tanto para las que ya encontré en la diócesis como para las que han venido después. Encontré 26 religiosas; actualmente hay 47.
-¿Hacen las tareas tradicionales o están haciendo nuevas experiencias?
Hay hermanas que están atendiendo hospitales, otras atienden un hogar de ancianos y un hogar de niñas huérfanas o con problemas de hogar. Las nuevas religiosas que han ido llegando están en los barrios de la ciudad.
-¿Qué tareas desempeñan en los barrios?
Es una tarea de identificarse con la gente, comprometerse con la gente; es una tarea de catequización y evangelización, y realizan aquellas obras que son dictadas por las necesidades del medio.
-¿Realizan algunos ministerios litúrgicos?
Administran la comunión
¿Qué nos puede decir de la fiesta de San Nicolás y qué significa para el riojano?
San Nicolás es el patrono de la provincia y la diócesis de La Rioja. En San Nicolás se unifica todo el pueblo: no hay riojano que no tenga cariño y veneración para San Nicolás, sintiéndolo como parte suya. Dos fiestas fundamentales se hacen en el año: una en julio y otra a fin de año. Pero la típica es la de fin de año, que comienza el 22 de diciembre y acaba el 4 de enero. Es el famoso encuentro entre San Nicolás y el “Niño Alcalde”. Es una imagen del Niño Jesús del tiempo de la colonia. Es una ceremonia que se realiza el 31 de diciembre a las 12 del día: mientras se da campanazo en la catedral, se encuentran la imagen de San Nicolás, que sale de la basílica, con la imagen que viene de San Francisco. Acompaña la imagen del Niño alcalde gente caracterizando al indio y al hombre nativo, y vienen cantando un canto en quichua que se llama “tincunaco”, donde el contenido es la Virgen, el Santísimo Sacramento y el Niño de Belén. El dolor del pueblo y, al mismo tiempo, toda la esperanza se encuentran y anuncian en ese Niño. Y a ese niño , que es Cristo, lo reconocieron como su alcalde, como su jefe; todo eso tiene un sentido bíblico. Es el encuentro de dos razas, por sobre la condiciones sociales. Y se hace al comienzo del año porque tiene el sentido de proclamarlo Príncipe de la Paz, Señor de la Eternidad y del Tiempo, a quien se le entrega de nuevo el año riojano, el año que comienza. Y se pone el año a sus pies frente a la casa de aquel que tiene que servir a la comunidad, que es el gobernador y frente a aquel que tiene que presidir una comunidad en el orden eclesial, que es el obispo. Y es un pueblo vestido folklóricamente, pero que, visto con ojos de profundidad, de fe, de tradición y de historia, y al mismo tiempo con conciencia de presente proyectando al futuro, significa también otra cosa. Es el hombre riojano que proclama su confesión pública al Cristo que sigue dando sentido a su vida y al mismo tiempo manifiesta, con todas las imperfecciones y con todas impurezas propias del camino, la semilla evangélica.
-¿Qué cantidad de personas asisten?
A las fiestas patronales asiste todo el pueblo riojano y viene en peregrinación de otras provincias; se hacen cuatro novenas en el día. La novena no es simplemente recitar una orancioncita. Nosotros tratamos de llenar de la Palabra de dios, la predicación. Se predica cuatro veces al día y, al mismo tiempo, para la gente del interior se hace una novena por radio, en base a una predicación pensada, con un temario pensado, tratando de hacer crecer al hombre en la fe.
-¿Ese temario tiene que ver con la vida de la gente, con sus problemas sociales, por ejemplo?
Tratamos que los temas respondan a los problemas de nuestro pueblo.
-¿Tiene alguna pastoral especial para la juventud?
En La Rioja tenemos a la juventud como una de las prioridades pastorales. Justamente, la juventud riojana se siente inquieta, frustrada, porque acaba sus estudios secundarios y tiene que emigrar a las universidades del país, de donde, muchas veces, no vuelve más. Una juventud que está tomando conciencia de su propia responsabilidad, una juventud que se está agrupando, que se está encontrando. Vamos a hacer este año, en Los Llanos, un encuentro de toda la juventud llanista. La Iglesia no está en lo técnico, pero hay que impulsar y hay que hacer tomar conciencia a nuestros cristianos que es exigencia de su fe el ir ordenando el orden temporal según dios, como dice el Concilio. Así seremos fieles al evangelio en la medida en que nos comprometamos a promover integralmente la situación de nuestro pueblo; por eso se está trabajando y se están creando cooperativas. En la medida de lo asistencial tratamos de dar solución a situaciones a veces lacerantes, pero sabemos y somos conscientes que mucha son soluciones de “parche”, y aquí hay que ir a soluciones de fondo. Por eso cuando se nos dice subversivos, marxistas, además de ser tonteras, es una forma de obstaculizar y de impedir la acción y el desarrollo verdadero de un pueblo. A lo largo de estos tres años hemos tenido dificultades, pero no se puede hacer promoción, no se puede “plantar” la Iglesia, sin la sangre sin la cruz y sin el sufrimiento. Y yo respeto a todos aquellos que ven la cosa de distinta manera, que tienen miedo del riesgo, miedo de ensuciarse las manos con nuestro pueblo, creyendo que se ensucia el depósito de fe. Tenemos que ensuciarnos las manos, los pies y la vida con nuestro pueblo. Para que ese pueblo vaya descubriendo en Cristo su propia dignidad, se plenifique y sea feliz.
-¿Qué hacen con los riojanos que están fuera de la provincia?
Hay una acción limitada con las distintas comunidades de riojanos que están fuera de La Rioja: en Buenos Aires, en el sur y en otras provincias de la patria. Yo creo que todos los que formamos el Colegio Episcopal Argentino nos tendríamos que abocar a elaborar un tipo de pastoral para todos aquellos (no solamente riojanos) hermanos nuestros de otras provincias que están económicamente más subdesarrolladas.