PRIMER FIESTA DE LOS BEATOS MÁRTIRES
ENRIQUE ANGELELLI, CARLOS DE DIOS MURIAS, GABRIEL LONGUEVILLE, WENCESLAO PEDERNERA.
Homilía pronunciada por Mons. Dante Braida en Catedral de La Rioja el 17/07/2019 –
Felices los que tienen alma de pobres…!
Felices los que tienen hambre y sed de justicia…!
Felices los que trabajan por la paz…!
Felices nuestros queridos cuatro mártires: Enrique, Wenceslao, Carlos de Dios y Gabriel que como “alma de pobres” han dado la vida trabajando por la justicia y la paz!
Están muy presentes aún en nuestro corazón los momentos vividos en la celebración de la beatificación el 27 de abril.
Tenemos aún muy presente el camino recorrido para dar a conocer más la vida y obra de cada uno de los mártires, de modo particular en la bella y plural propuesta de las carpas en la plaza.
Tenemos presente gozo de las celebraciones de acción de gracias como, como una prolongación de la misma alegría.
Hemos ofrecido al Señor el trabajado de varios meses y Él con su gracia nos colmó de bendiciones. Hemos recibido expresiones muy lindas sobre lo vivido en esos días por parte de muchos peregrinos.
El Evangelio nos decía: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”.
Pobres en el espíritu son los creyentes que se sienten necesitados de Dios en todo momento y necesitados de la ayuda de los demás. Es el humilde que solo busca hacer la voluntad de Dios y servir a los demás como a sus amos. Por tanto, no son autosuficientes. Ser pobre en el espíritu es darse cuenta y ser consciente de la propia pobreza y la necesidad de Dios ante quien se recurre confiando en su providencia.
Cada uno de nuestros mártires, a su modo, vivió esta disponibilidad a Dios propia de los humildes, de los que solo quieren hacer vida su Palabra. Esa disponibilidad los llevó a darse completamente a los demás, buscando su bien, su desarrollo. Por ello también podían percibir así que “el Reino de Dios” ya estaba manifestándose por ese camino. Como también lo dice la bienaventuranza.
Queridos hermanos, solo los humildes pueden vincularse profundamente con Dios y ser dóciles a sus designios. En primer lugar pidamos hoy la gracia de la humildad para recorrer cada uno el propio camino de santidad por el cual el Señor nos quiere hacer transitar.
Beato Monseñor Angelelli vivió un camino martirial al ponerle cuerpo al modo eclesial propuesto por el Concilio Vaticano II. Una Iglesia que, fiel a su origen trinitario, busca ser una “Gran familia” donde todos pueden participar, donde constantemente se busca al que está más alejado, donde los pobres son el centro de la comunidad.
Para vivir en esta Iglesia era necesario tener un “oído en el Evangelio y el otro oído en el pueblo”. O sea dar tiempo a la escucha: escucha de Dios en la Oración, en la Palabra, en la Eucaristía; y escucha de los hombres para percibir sus alegrías y búsquedas, sus lamentos y heridas… buscando, como él mismo decía “descubrirle el alma al palo”.
Siguiendo este camino el beato Angelelli fue “mártir de los decretos conciliares”, diría el Cardenal Becciú. Fiel al Evangelio, fiel a la Iglesia, fiel a su tiempo.
Hoy Francisco nos pide fuertemente que transitemos como Iglesia un camino Sinodal. Donde cada uno pueda poner en común lo que el Espíritu le va suscitando.
Para ello tenemos que fortalecer nuestra vida espiritual y dar mucho lugar a la escucha del otro recibiéndolo como viene. Dispuestos a hacer camino con él… a crecer juntos.
El Beato Wenceslao Pedernera transitó su camino de santidad como laico. Luego de su conversión el Beato no dejó de seguir los caminos del Evangelio: Fiel a su responsabilidad conyugal y a su misión como padre; Fiel a su rol de trabajador rural y referente sindical (en su trabajo en las viñas mendocinas); Fiel al responder al llamado a trasladarse a tierra riojana a colaborar con otros obreros rurales que tendían menos posibilidades de desarrollo. La propuesta de organización en cooperativas era una expresión de una búsqueda participativa de salir adelante.
La reflexión de la Palabra de Dios será para Wenceslao una de las principales fuentes de su espiritualidad. El fue mártir siguiendo al Señor en la vida cotidiana, con un claro compromiso familiar, social y eclesial.
(Todos nos dimos cuenta que en la Beatificación fue el más aplaudido) Será que nos sentimos más identificados con la sencillez y profundidad de su santidad?
Hoy es imprescindible animar el indispensable compromiso del Laico en la vida pública. Como ciudadano comprometido con el desarrollo de cada ser humano y con las instituciones sociales.
El Beato Carlos de Dios Murias siendo muy joven se siente muy tocado por el Evangelio vivido por San Francisco de Asís. A partir de allí se deja guiar por el Espíritu Santo tras las huellas de Francisco hasta consagrarse como fraile de la Orden de los Conventuales. Allí buscó vivir con radicalidad ese carisma. En esa búsqueda viene a la Rioja donde particularmente sintiéndose interpelado por las carencias padecen muchos hermanos y las injusticias que sufren otros. Su impulso juvenil preñado de Evangelio hacía que su palabra sea clara, directa y molesta para quienes detentaban el poder.
El beato Carlos fue martirizado por ser fiel al anuncio del Evangelio de la justicia.
Hoy la Iglesia nos pide priorizar el acompañamiento de los jóvenes. Caminar cerca de ellos, con ellos dándoles un lugar protagónico.
El Beato Gabriel Longueville llegó a nuestras tierras luego de dejarse guiar por el Espíritu que lo llamaba a la misión ad gentes. Más allá de las fronteras de su diócesis de Viviers en Francia. En su peregrinar se fue haciendo del lugar desde la vida cotidiana donde como buen pastor visitaba casas, enfermos, animaba la vida parroquial atendiendo la ciudad de Chamical y zona rural. Dándose tiempo para el trabajo manual y las artesanías. Más bien callado en su personalidad, su vida era una palabra evangélica clara y contundente. Su compromiso fraterno lo llevó a acompañar a Carlos cuando lo buscaban fuerzas de seguridad.
El Beato Gabriel fue mártir de la misión y del pastoreo cotidiano en la parroquia.
Hoy estamos llamados a dar fuerza a la dimensión misionera de la fe. A hacer realidad una Iglesia en salida, como tanto nos lo pide el Papa. Salir, ir a todas las periferias.
Los beatos nos dan un ejemplo de vida y, a la vez, nos acompañan, interceden por nosotros para que transitemos nuestro propio camino de santidad.
En esta primera fiesta de los beatos Enrique, Wenceslao, Carlos de Dios y Gabriel les pedimos intercedan por nosotros para que seamos fieles buscadores de Dios, de encontrarnos con Él en toda circunstancia y, a la vez, que seamos audaces cristianos dispuestos asumir todos los desafíos de nuestro tiempo y dar lo mejor y hasta la vida por que el Reino de amor, justicia y paz que el Señor vino a instaurar sea realidad en medio nuestro.
Se lo pedimos con toda confianza:
Beato Enrique Angelelli. Ruega por nosotros
Beato Wenceslao Pedernera. Ruega por nosotros
Beato Carlos de Dios Murias. Ruega por nosotros
Beato Gabriel Longueville. Ruega por nosotros
Así sea.