“ALÉGRENSE EN EL SEÑOR” (Fil 4,4)
(Homilía pronunciada por Mons. Dante G. Braida en la Catedral y Santuario San Nicolás de Bari – La Rioja- en la misa de exequias de Mons. Fabriciano Sigampa. (Jueves Santo 01-03-2021)
Estimadas Autoridades presente. Hermanos presbíteros
Hermanas y hermanos de la Vida Consagrada Queridos familiares de Mons. Fabriciano Querida comunidad toda de la Iglesia de La Rioja
1- Con dolor y, a la vez, con esperanza, en el corazón de esta Semana Santa estamos participando de la partida de nuestro querido Mons. Fabriciano Sigampa. Ayer mientras nos preparábamos para iniciar la Misa Crismal nos sorprendió su partida. Falleció allí en la sacristía de esta Catedral, a los pies de San Nicolás, a quien tanta devoción le tenía.
En estos días celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios que asumió nuestra naturaleza humana y ofreciendo su vida por amor venció todo mal y hasta la misma muerte. En estos días del Triduo Pascual que hoy iniciamos celebramos de modo solemne este misterio central de nuestra fe. La resurrección de Jesucristo, luego de haber atravesado el dolor y el sacrificio de la entrega de su vida, abre para toda la humanidad un horizonte de Vida Eterna. “Si hemos muerto con Cristo, también resucitaremos con él”, nos dice el Apóstol Pablo.
2- En este día Jueves Santo de modo particular hacemos memoria de la Cena del Señor en la cual instituye la Eucaristía y el sacerdocio, nos da el mandamiento nuevo “ámense como yo los he amado” y, en el lavatorio de los pies, nos enseña el camino del servicio como propio de la vida de sus discípulos. Esto que lo presenta como un itinerario para todo cristiano, de modo particular lo dice para quienes llamó al ministerio sacerdotal. Ellos tendrán que ser servidores del Pueblo de Dios, como lo fue Él, amándolo hasta dar la vida, como también lo hizo Él.
3- Mons. Fabriciano fue llamado a recorrer este camino como cristiano y como ministro- servidor del Pueblo de Dios. Él es un hijo de esta tierra que luego de transitar su camino como servidor en la docencia escolar abrazó la vida sacerdotal con generosa entrega en varias parroquias de la diócesis, también brindó su servicio como Secretario Canciller del Obispado y luego como Vicario General. En diciembre pasado cumplió 50 años de su ordenación sacerdotal recibida por la oración e imposición de manos del beato Obispo Enrique Angelelli. Luego fue llamado al servicio episcopal en primer lugar en la diócesis de Reconquista, en el norte santafecino, para después ser enviado a La Rioja, su diócesis de origen. Finalmente culmina su ministerio episcopal en la diócesis de Resistencia, provincia del Chaco. En los últimos años, como obispo emérito, alternaba su vida entre Resistencia y su Rioja natal. En la Conferencia Episcopal también integró diversas comisiones al servicio de la Iglesia que peregrina en Argentina.
4- Su lema episcopal fue: «Alégrense en el Señor» (Fil. 4,4). Y decía que ésta “es la invitación que formula el Obispo a todos sus hijos. Porque la alegría es el fruto del Espíritu que sigue dando a tantos cristianos la alegría de vivir cada día su vocación particular en la paz y la esperanza que sobrepasa los fracasos y los sufrimientos. Es un anuncio gozoso porque Jesús nos
ha redimido y hecho Hijos de Dios, vinculándonos a la Iglesia y, por su acción salvadora, a través de la Palabra y los Sacramentos, ella colma de dicha y de esperanza el corazón humano.” (explicación de su escudo episcopal).
Mons. Sigampa trabajó de modo particular para que la vocación laical sea más reconocida y vivida plenamente por los cristianos buscando ordenar las cosas del mundo según el Evangelio. También tratando de estar cerca de los dirigentes animándolos a cumplir con diligencia su misión propia al servicio del bien común.
En este tiempo, el papa Francisco nos invita de muchos modos a involucrarnos en los desafíos de este tiempo animándonos a vivir, con la Alegría que recibimos del Espíritu Santo, nuestros compromisos cotidianos. Nos habla de la alegría de Evangelizar, de la alegría del amor familiar, del gozo de vivir en comunidad y trabajar por un mundo mejor, más inclusivo y fraterno. Por eso, vivamos la alegría de entregar cada día nuestra vida por amor en el servicio y en la misión que cada uno tiene.
5. Seguramente muchos de ustedes tendrá una experiencia particular en el vínculo con Mons. Sigampa. Por mi parte lo conocí siendo adolescente cuando llegó como obispo de Reconquista. Él fue quien, luego de un tiempo de discernimiento vocacional, me presentó al Seminario acompañándome los primeros años de formación. En ese período también, junto con otros sacerdotes, nos trajo a conocer La Rioja y participar del Tinkunaco. Así que no dudo que de ese modo me fue abriendo un camino de acercamiento a esta querida tierra. Luego, cuando me envían como formador al Seminario Interdiocesano “La Encarnación” de Resistencia, él estaba allí como arzobispo. Y finalmente nos encontramos aquí en este tiempo en el que, en reiteradas ocasiones me fue compartiendo su experiencia. Hoy nuestro buen Dios quiso que esté a su lado en los últimos instantes de su vida y tenga que despedirlo, junto a ustedes, en su Pascua, en el paso de este mundo al Padre eterno.
6. Finalmente quiero agradecer a la familia de Mons. Fabriciano por haber ofrecido uno de sus miembros para un servicio tan especial en la Iglesia y en la sociedad. Gracias a sus hermanos, a sus sobrinos, especialmente a su madre, con quien ya se habrá reencontrado en el cielo. Quiero agradecer también a quienes han colaborado con su ministerio sacerdotal y episcopal. Y agradecer a quienes últimamente lo han cuidado y acompañado.
Por todo lo vivido con él, pero sobre todo, por todo lo que él ha vivido como servidor del Pueblo de Dios los invito a agradecer profundamente la vida y ministerio de Mons. Fabriciano y, al mismo tiempo, los invito a seguir caminando juntos para que el Reino de Dios brille cada vez más entre nosotros y se manifieste en vidas entregadas en el amor a Dios y a los hermanos, particularmente a los más pequeños.
7. Sabemos también del amor y cariño de nuestro obispo por la Virgen María. Para la celebración de los setenta y cinco años de la aureolización de la Imagen de San Nicolás fue él quien tuvo la iniciativa de traer la imagen de la Virgen del Valle desde Catamarca a La Rioja. Un acontecimiento que quedó grabado en el corazón y la historia del pueblo riojano.
A ella le encomendamos la vida y ministerio de mons. Sigampa para que, junto con san Nicolás y los beatos Mártires Carlos, Gabriel, Wenceslao y Enrique, esté participando en el gozo de la Vida Eterna. Así sea.